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  • Foto del escritorPhine

Festival de fin de cursos


Cuando Diego tenía 3 años de edad lo metimos a un pequeño kínder donde él era el único niño con discapacidad. Durante el año escolar había muchas ceremonias y festivales: el del 15 de septiembre, la revolución mexicana, navidad, día de las madres, día del padre, fin de cursos, etc. En fin, recuerdo muy bien cada uno de ellos. Todos los niños llegaban felices con su vestuario listos para bailar o para decir algunas líneas o canciones memorizadas y todos los papás estaban emocionados para disfrutar y ver los avances de sus hijos.

Llega el primer evento, el momento en que le toca bailar al salón de Diego, salen todos en fila y al final la maestra empuja la sillita de Diego. Todos los pequeñitos bailan, mueven sus manitas y piecitos, sonríen y Diego, nada. Los niños le hacen círculo a Diego, le bailan, se alejan, regresan y termina. Todos los papás aplauden, pero yo me sentía fatal, un nudo en la garganta todo el tiempo. Era la primera vez que me enfrentaba a algo así, no podía evitar comparar a Diego con el resto de los niños y de preguntarme ¿por qué a él?.

Y así fue en cada uno de los festivales por los 2 años que estuvo en ese kínder.

Posteriormente cambiamos a Diego a una escuela de educación especial, en donde el único evento con los papás es el fin de cursos, en el que se muestra lo aprendido por cada uno de los niños y todo de acuerdo sus habilidades. Ahí, todos los papás emocionados por ver los avances de nuestros hijos, todos estamos en las mismas condiciones, todos nuestros hijos tienen alguna discapacidad, todos somos iguales, pero también con un nudo en la garganta todo el tiempo, sin embargo, es un nudo diferente, es un nudo de emoción y alegría, de disfrute total.

En este ciclo escolar que terminó, decidimos integrar a Diego a una escuela de educación regular, a la cual asiste 3 días a la semana y los otros 2 sigue yendo a la de educación especial. Y llegó el momento del festival de fin de cursos, muchos preparativos por parte de la escuela y de los papás. No me había puesto a pensar cómo sería esta vez, si tendría el nudo de garganta de tristeza al verlo con los otros niños sin discapacidad o si sería un nudo de alegría y emoción como habían sido los últimos 6 años.

Pues el festival resultó muy alegre, con música, colores, bailes y hasta cada uno de los niños tenía que decir una frase, la cual Diego la dijo con su iPad en el momento que tenía que ser. La pasé muy contenta, me dio un enorme gusto ver a Diego, con ayuda de su monitor, bailando e integrado con los otros niños en todo momento. Esta vez no tuve nudo en la garganta.

A partir de este festival, he estado pensando y recapacitando sobre el avance que hemos tenido tanto Diego como yo en este tema. Se puede decir que Diego lo disfruta, está contento y yo también he aprendido a disfrutarlo. Yo creo que sin duda ha sido el tiempo y que he aprendido a aceptar la condición de Diego.

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