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Luis Ríos Rodríguez

Keep walking


Recientemente, con el inicio del nuevo curso escolar, tuve que hacer un repaso de la historia clínica de Luisito para una entrevista con los sicólogos del centro al que acude. No es tan fácil resumir 11 años de diagnósticos, operaciones y terapias, de modo que hasta yo mismo me sorprendí de lo mucho que hemos pasado ya.

Qué jóvenes estábamos Rosita y yo cuando llegó nuestro Campeón y qué rápido se pasan 11 años. Si la palabra Toxoplasmosis no hubiera entrado en nuestra vida Luisito debería estar iniciando su quinto o sexto año de primaria. ¿Sería un crack del fútbol o entusiasta maletón como su papá?

Así que lo diré una sola vez… claro y con todas sus letras, porque es cierto:

Ha sido muy difícil.

Ha sido duro. Ha sido injusto. Ha sido triste. Ha sido aterrador. Ha sido cruel. Ha sido doloroso. Ha sido desgastante. Ha sido cansado. Ha sido pesado.

Cada diagnóstico que fue golpeando mi alma como si fuera un punching bag; cada terapia: la complicada, la cara y la dolorosa; cada médico: los buenos, los malos y los feos; cada terapeuta: el amigo, la experta y la maga, cada hospitalización: la de urgencia, la programada, la que coincidió con año nuevo o con mi cumpleaños; cada bronca con el seguro; cada cambio de pañal, sobre todo esos en donde no había cambiador; cada “te toca bañarlo” cuando mas cansado estaba; cada comida cuando Luisito de plano no quería comer y acabábamos con comida hasta en las orejas los dos; cada convulsión: sobre todo esas a las que ya nos acostumbramos y solo nos decimos “fue leve”; cada rampa obstruida por un inconsciente; cada escalera, cada berrinche, cada cirugía, cada fractura, cada lágrima de mi esposa, cada noche en vela, cada dolor de espalda, cada pregunta de mis hijas que no pude contestar, cada “pobrecitos”, cada férula que le tuvimos que poner en sus brazos para que no se pegara, cada esperanza enterrada…

Dónde estaría yo sin su sonrisa, sin sus abrazos, sin su carita de alegría cuando me oye, sin sus gritos cuando se emociona, sin los besos que le dan sus hermanas, sin el testimonio silencioso y amoroso de su madre, sin sus manitas que me aprietan cuando las sostengo, sin su olor, sin los kilómetros que hemos corrido juntos, sin el apoyo de los que aqui han estado.

Entonces lo duro, lo injusto, lo triste, lo aterrador, lo cruel, lo doloroso, lo desgastante, lo cansado y lo pesado adquieren otra dimensión, significado y razón, no desaparecen no se olvidan. Se les acepta, se les vence, se les lleva. Un día y otro.. y así 11 años

Entonces tomo a mi campeón y le doy un beso, le doy gracias a Dios porque lo tengo y porque el me tiene a mi, me tomo un whisky y sigo el consejo de Juanito Caminante:

KEEP WALKING

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