“La Felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman por lo que somos o mejor dicho, a pesar de lo que somos”
Víctor Hugo
Y es que durante un buen lapso mi preocupación fue el “qué dirán los demás al saberme diferente y en mi cabeza a menudo sonaban frases como: “Me aceptarán mis compañeros en la escuela”, “tendrán la paciencia para brindarme apoyo o una mano si es necesario en momentos de dificultad” ya que desde muy chico tenía claro que había cierta limitación y que ciertos movimientos debido a mi discapacidad a nivel motriz los haría más despacio, este proceso conjugó frustración, enojo y una constante: “¿Por qué a mí?” Ya que para llegar a la superación he tenido que pasar por un sinfín de terapias y rehabilitación, y este sentido claro está yo me decía a mi mismo, ¿Porqué no puedo ser un niño normal y salir con mis amigos a jugar en vez de rehabilitarme?
Todo este esfuerzo que mi familia, sobre todo mi mamá hicieron y han hecho por sacarme adelante lo entendí hace poco cuando fui aceptado en la universidad para estudiar lo que más me apasiona: ¡la radio!. Los días posteriores a mi aceptación en la institución que ahora me espera todas las mañanas para formarme en dicha profesión fueron de mucha alegría, pues a mamá le quité un peso de encima (por llamarlo de alguna manera) y es que cuando era un bebé me diagnosticaron con parálisis cerebral severa, es decir me llevó casi 20 años entender a qué puerto iba a ir a parar ese esfuerzo.
¿Cuál es la receta?
Ésta, no existe. En mi caso, mi familia y personas cercanas nunca me han hecho menos, por el contrario siempre me han empujado hacia delante para seguir superándome día a día.
OJO: Hay personas en la vida que son como “luces” que sirven como fuente de inspiración y también para el rumbo y la navegación de las mismas. Sin embargo, yo no soy de esos. Yo quiero servirte a tí que me lees como un espejo en el cual te reflejes. Que con mi experienca puedas darle un giro a la óptica que pudieras tener en torno a la discapacidad, porque la discapacidad es un diagnóstico más no un pronóstico.
Mi diagnóstico en su momento no era absolutamente nada alentad, sin embargo a 20 años de distancia lo he entendido a la perfección, y quizá ese hijo/a con una condición distinta te puede recordar aquel enfoque de la vida que a ti mamá o papá se te olvida. Y amar a ese ser “a pesar delo que es” .
A mí en lo personal cada terapia, terapeuta y demás personas que han contribuido en este desarrollo y en este trabajo diario me han dejado una GRAN lección de vida: NUNCA darme por vencido.
Entiendo por supuesto que no es fácil y que conlleva tiempo, trabajo y esfuerzo pero al final del camino… Ustedes se preguntarán ¿Qué me ha traído todo esto?
Un sentimiento de gratitud hacia esa gente y terapeutas que han puesto todo empeño dedicación y entrega para ser quien soy hoy.
Y gozar la mayor bendición: VIVIR