top of page
  • Ana Elisa P.

Los ojos del Corazón. Parte 7, CAMINAR.


Recuerdo perfecto el día que Ana Lucía empezó a caminar, era mayo y tenia 3 años 2 meses. Llegamos a la cita con el neurólogo y le dijimos que ella seguía caminando tomada de mi mano pero que todavía no tenía el equilibrio para sostenerse en pie sin apoyo y que no intentaba soltarnos en ningún momento. Entonces el Doctor se puso en cuclillas y dijo: y que tal si le hacemos así. Y la soltó. Y Ana Lucía dio dos pasos hacia su papá. Y luego él la soltó y dio tres pasos hacia mi. Y luego cinco o seis pasos en el pasillo y en ese momento se dio cuenta lo que había hecho, ¡estaba feliz! Salimos con ella caminando todo el estacionamiento. Tuvimos la enorme fortuna de estar ahí los dos y poder grabar este momento. La alegría de sus doctores, terapeutas, primos, tíos y amigos fue tan grande como la nuestra, nos llovieron comentarios alentadores. Es tan emocionante estar rodeados por gente que se ha involucrado en el desarrollo de nuestra hija, y que la quiere y nos quiere.

Ana Lucía tiene un gran ángel, yo no sé si es su sonrisa, son sus ojos o sus abrazos de político, o probablemente sea su ejemplo de tenacidad y gran fortaleza; por lo que sea, ella ha tocado muchos corazones y cambiado vidas, empezando por mi, por supuesto.

Una semana duró esta gran algarabía, llegamos caminando a la fiesta de su primo. Sus compañeras de la escuela les dijeron a sus papás que ahora jugaban con ella paradas ya no sentadas todo el tiempo. Una semana y, después, Ana Lucía dejó de caminar sola. No sabemos por qué. Volvimos al gran enigma de sus tiempos. Lo mismo sucedió con la saliva. La falta de tono muscular en su carita hace que para ella sea muy difícil pasarse la saliva, por lo cual se le junta en la boca y se sale sin que ella se de ni cuenta la mayor parte de las veces. Y un día dejó de babear y hacia este gesto de tragar sumamente exagerado que resultaba hasta chistoso. Y luego volvió a babear. En mi propio análisis, de una mamá casi doctora (risas), supongo que es normal. Todos los niños tienen avances durante su desarrollo y luego hacen pausas para afianzar o retroceder un poco, tomar vuelo y seguir para adelante. Lo que pasa es que en la mayoría de los niños esas pausas son pequeñitas o a lo mejor hasta imperceptibles para los papás. Ana Lucía estira el tiempo y lo vive de manera distinta.

Cumplió cuatro años en marzo y en mayo con cuatro años dos meses volvió a caminar. Ahora fueron tres semanas y sigue feliz haciéndolo e intentando que cada día sus pasos sean mas sólidos. Camina en línea recta y le cuesta trabajo parar, si logra dar una vuelta es como de trailer y de subir un escalón ni hablamos, pero mi hija, como siempre, ha sido luchadora y su tenacidad la tiene alcanzando logros inimaginables. Y dejó de caminar nuevamente.

A los 4 años 10 meses arrancamos otra vez. En esta ocasión llevamos un año cuatro meses. Ya sube escaleras tomada del barandal, juega futbol, toma clases de ballet, ha “corrido” dos carreras y está intentando saltar. Ana Lucía camina y yo, mientras, aprendo a caminar con ella.

14 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

No te pierdas ningún contenido

bottom of page