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  • Margarita G.

Navidad, estrés y ansiedad


En qué momento otra vez estamos llenos de luces deslumbrantes, tráfico, ruido, prisas, regalos, pendientes, reuniones y más compromisos que antes de que empezara la pandemia..


Siento que la época de Navidad nos debe recordar (volver al corazón) lo importante que es mirar a nuestro interior reordenando prioridades y acomodando nuevamente nuestra actitud y disposición para vivir con más armonía y equilibrio nuestra propia realidad.


La Navidad es un símbolo de unión que nos invita a renacer para el amor, la paz, el equilibrio y la esperanza...


Sin embargo, las demandas de la sociedad moderna individualista nos invitan a lo contrario, a consumir más, a lograr más, a producir más, a ser y hacer más y más …


Ser mamá de un hijo con discapacidad en este mundo moderno productivo te lleva por el camino de la sobre exigencia desgastante para intentar cumplir con ese modelo de “superwoman” que encaja en el sistema actual y que está introyectado en nuestro imaginario desde siempre, pero se activa el día que nos convertimos en mamás “diferentes”.


Tengo que lograr lo antes posible todo para su rehabilitación y lo que ello implica (administrar terapias, doctores, seguros médicos, transporte, etc.), pero también quiero que aprenda y que lo “incluyan”, pero además debo trabajar, hacer ejercicio, comer sano, que mis otros hijos sepan uno o dos idiomas más, llevarlos a clases en las tardes y así lograr todos los check list para que sea el hijo competitivo y exitoso que espera este mundo que reproduzcamos indistintamente.


Y nos encontramos principalmente con mujeres con una sobrecarga mental y auto exigencia muy fuerte que se refleja en estrés, estrés y más estrés, que acumulado a lo largo del tiempo produce ansiedad y posteriormente puede producir una depresión, o también se manifiesta en dolores o enfermedades que lo único que nos indican es la punta de un iceberg que debemos atender.


Nuestro organismo no ha evolucionado lo suficiente para identificar y distinguir una amenaza y peligro real (estrés real) como puede ser el ataque de un león, escuchar la alarma en el piso 34 de un edificio, un ladrón enfrente de mí con una pistola, de una amenaza o peligro imaginario (estrés psicológico) como son mis pensamientos sobre la pandemia, la situación económica, los nuevos virus, la enfermedad, la muerte, las vacunas, el futuro incierto, etc, etc.


Es así que actualmente nuestro “animalito interno” cree o percibe continuamente una amenaza o peligro (aunque en la realidad no exista) activando el organismo con una respuesta fisiológica que consiste en respiración agitada, dilatación de pupilas, taquicardia, sudoración de manos, lo que comúnmente llamamos ansiedad ..Nuestro cuerpo se prepara completamente para “atacar” o “huir” pues la situación de peligro y amenaza la siente como si realmente estuviera el peligro de tener enfrente a un león o al ladrón atacándonos.


Por lo tanto, en esta época de renovación y reconstrucción, donde buscamos paz interior, tomemos un respiro para ser capaces de:

  1. Reconocernos estresadas en muchos momentos del día..

  2. Identificar esas señales y síntomas para saber si estamos produciendo más estrés (cortisol y adrenalina) del que somos capaces de gestionar.

  3. Buscar herramientas que nos permiten responder de una manera más asertiva a la situación, lo que nos ayudará desde luego a nosotras mismas, pero será también un beneficio en cascada especialmente para nuestros hijos


Que está Navidad seamos capaces de conectar más con ellos desde el amor incondicional y podamos ser refugio de calma en esos momentos difíciles de ansiedad y estrés.


¡Felices fiestas!

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