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Ana Elisa P.

Mi memoria selectiva


Mi intención al empezar a escribir este blog y dejar constancia de la historia de Ana Lucia, fue primero para mí, para no olvidar. Y después para compartir con todas aquellas familias que viven historias similares, para las familias PHINE con las que hemos ido de la mano en este camino.


Pero recientemente al escribir las distintas entradas me doy cuenta que, si bien ella es el eje rector de este cambio en mi vida, de lo que voy dejando constancia es de lo que sucede entorno a ella.


Ella es esa persona, que creo yo, vino a este mundo con una misión, sin embargo, lo que todos los días me recuerda lo valioso de la vida, son los frutos de su cosecha. En días pasado vimos la película Que bello es vivir, un clásico de la temporada navideña, en ella el protagonista ante las adversidades y la desesperación desea no haber nacido. Spoiler alert, se le cumple su deseo y tiene la oportunidad de ver la vida de todas las personas importantes para él, sin su presencia.


Cuando Ana Lucia nació mientras ella daba su lucha a la vida en la UCIN, afuera mi hermana Mariana encargaba a su bebé recién nacida para poder acompañarme. Amigos queridos se hacían presentes y nos hacían fuertes. Así desde el día uno. Ahora que hago un balance de nuestra mas reciente incursión al hospital y todos los meses que eso alteró el curso de nuestras vidas, sin duda lo primero es el reconocimiento al temple y fortaleza de Ana Lucia, pero ahí seguidito lo que resalto es el recuerdo de los que nos acompañaron, de mis compadres dejando todo en casa para apuntalarnos, de Claudia atendiendo accidentes de larga distancia por ser mi compañía. Y, sobre todo, de mi heroica, valiente y solidaria Victoria, y del compromiso y fortaleza de Mario.


Viene a colación porque, hice un resumen de estos meses a una persona que no tenia ningún antecedente y para mi sorpresa me enfoqué en el circulo de apoyo, y no pretendo quitar el menor merito a Ana Lucia, de quien no tengo palabras para expresar más admiración y amor, pero me doy cuenta, que como en la película, ha tocado muchos corazones. Ninguno seríamos lo que somos sin ella, sin su maestría en empatía, sin sus enseñanzas sobre generosidad y compasión.


No se si tengo memoria selectiva por conveniencia, pero más bien quiero pensar que en mi despertar, al ver el milagro de la vida de mi hija, también veo y veo con claridad el milagro que es tener a Mario y a Vi a mi lado, su alegría por la vida me saca de mi ensimismamiento. Ana Lucia en su lucha diaria va sembrando en cada paso que da y a lo largo de los años yo he podido compartir su cosecha.


Gracias Vi, Mario, Mely, Jorge, Mary, Anne, y todos los que con su amor me permiten ahora mirar atrás y ver esta etapa con agradecimiento y positivismo.

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