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  • Foto del escritorPhine

Hace tiempo que no lloraba


Al principio, cuando supimos de la discapacidad de nuestra hija, yo lloraba casi todo el tiempo, todos los días sentía un hueco en el estómago cuando era hora de levantarse e ir a terapias y doctores. Sentía que la vida siempre iba a ser así.


Y no, ahora soy muy feliz, tengo una hermosa familia, amigos, trabajo, y por supuesto que la discapacidad de mi hija ocupa mucho de mi tiempo, energía y pensamientos, pero ya no lloro todo el tiempo. Es una situación más dentro de la vida diaria, y las alegrías que nuestra hija nos da van mucho más allá de la discapacidad.


Pienso también que por mucho tiempo viví un doble dolor: primero, el dolor por ver a mi hija viviendo una discapacidad que desearía no viviera; y el segundo, el dolor referido a mi, a que yo no tuve la hija esperada, a que mi vida iba a ser diferente de lo planeado.


Hoy, ese dolor referido a mi siento que ya pasó, acepto la vida que tengo, la abrazo y soy una persona, madre, esposa, amiga, feliz. Pero el dolor por ella, por las cosas que sé que ella quiere hacer, por los deseos que veo que ella tiene y que no puede materializar, ese permanece, a veces con más fuerza, a veces con menos, y hay días en que sí, vuelvo a llorar.

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