
Desde que nos iniciamos en este camino de la discapacidad, los doctores y terapeutas se han vuelto nuestro círculo cercano, nuestros referentes de confianza. A mí, personalmente me gusta tomar decisiones en conjunto con ellos y en la medida de lo posible con mi hija también.
Llevamos dos años consultando a un endocrinólogo cada 4 meses, él nos va acompañando con el desarrollo de mi hija. Es un doctor muy serio, al que creo no le caemos bien los papás, pero con los niños es increíble. En nuestra anterior cita presencié esta conversación:
- Dr. Tengo miedo, porque no sé qué va a pasar en la adolescencia.
- No tengas miedo, es un tiempo en el que tú estás cambiando, los demás no.
- ¿Cómo?
- Te vas a dar cuenta que estás viendo la tele con tu familia y solo querrás irte a tu cuarto y estar sola. Pero cuando estés sola, querrás estar con ellos.
Te vas a dar cuenta que en el día te sentiste un rato triste, un rato contenta, un rato aburrida y un rato enojada, sin saber muy bien por qué.
- ¿Y eso está mal?
- No porque significa que te estás conociendo.
- ¿Y cuándo termina?
- Cuando ya estés segura qué tipo de música te gusta y no necesariamente será la misma que a tu mamá.
Cuando sepas cuál es tu color favorito, y puede que sea diferente al de tu papá.
- ¿Y ya podré ver las noticias? Como mi papá
- Si eso es importante para ti, sí podrás, yo te voy a recomendar unos canales de noticias muy interesantes.
En todo esto yo solo fui testigo de un adulto que sabe que hace la diferencia en la vida de un niño, de un Doctor que tiene las herramientas y se toma el tiempo para compartir sus conocimientos.
Hemos tenido de todo, algunos que frente a ella y sin tacto me han dicho cosas que hubiera preferido no escuchar y otros que así con paciencia dejan huella.
Gracias a los médicos y terapeutas que nos acompañan en el camino, a todos aquellos con los que tejemos lazos fuertes y que están en nuestras oraciones siempre.
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