Hace una semana Ana Lucia cumplió 11. Todos estos años hemos caminado juntas, cumplí 11 años de amor incondicional, 11 años de retos, 11 años de ver el mundo con otros ojos. 11 años de que recibí la enorme bendición de convertirme en madre. No pretendería nunca darles una clase de anatomía (soy neófita) es para mi misma esta reflexión, el reconocimiento de que la magia que vivo en mi día a día, se debió a que crecí, a que me convertí en adolescente y en adulto. A que maduré, cumplí 11 y luego 18 y luego 25….entonces, ¿por qué le temo tanto al paso de los años con Ana Lucia? ¿por qué quisiera frenar el tiempo? Y sobre todo ¿por qué me angustia que vengan los cambios?
Tengo algunas respuestas otras no. Quisiera tapar el sol con un dedo y disfrutar a mi niña, abrazarla, besarla y escuchar sus carcajadas. Quisiera ignorar los cambios de humor, los desplantes y su estatura. Pero no puedo.
Leí este blog de Eliana Tardio, que me encantó. Su hija también cumplió 11 años y yo no puedo mas que coincidir con ella en todo su sentir. Se los comparto con esa pequeña tranquilidad de saber que ella me comprende y lo vive también.
Será que es tema de mamás, de hijas y de mujeres tejiendo juntas el provenir?