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  • Gaby M.

Los logros de mi hijo


Un día como hoy de hace 8 años nació Diego, el niño más maravilloso del mundo que llegó para cambiar mi vida. Nació con una lesión cerebral y desde entonces mis emociones son una montaña rusa, con subidas y bajadas.

Y justamente el viernes pasado tuve una de esas sacudidas que me han estremecido el alma y han llegado a lo más profundo de mi corazón.

Diego acude a una escuela de educación especial donde también toma terapia oromotora y de comunicación y donde siempre nos hemos sentido cobijados por las maestras y terapeutas. Su terapeuta, quien por cierto lo ha sido desde que Diego tenía un año, sus maestras y su monitor, me platican los logros y avances que va teniendo Diego en la escuela, sin embargo, muchas veces no los creía porque no los consideraba persistentes ni constantes, creía que muchos eran “coincidencia”.

La semana pasada una terapeuta especialista en lectoescritura visitó la escuela de Diego para evaluar a los alumnos en el salón de clases y el comentario que me dio fue que Diego estuvo muy conectado, contestando perfecto y rápido y que ella recomendaba subirlo de grado. Yo le contesté que no estaba tan segura, que su monitor me platicó que justamente cuando lo evaluaron, Diego tuvo un momento de mucha lucidez y que las horas previas había estado somnoliento, cansado y que no había estado participando ni contestando correctamente.

Entonces la terapeuta especialista me dijo que debemos evaluar a los niños en los momentos buenos, aunque sean esporádicos y me hizo una comparación donde todo me hizo “clic” y cambió mi forma de pensar.

Ella me explicó que las personas recordamos a los atletas por sus logros, es decir por las medallas que han ganado sin ponernos a analizar todas las malas competencias y malos momentos que tuvieron antes, y si no logra más medallas, tampoco lo vemos mal. Otro ejemplo es con los ganadores del Premio Nobel, que hicieron infinidad de estudios antes de ganar con UNO, y que la gente los recordamos por ese UNO que lograron con éxito.

Continuó explicándome que todas las personas tenemos días buenos, días malos, momentos extraordinarios y momentos pésimos, y con mi hijo pasa exactamente lo mismo, tengo que fijarme en ese momento bueno, en ese logro y tomarlo como punto de partida para esperar que se repita sin tomar en cuenta sus momentos malos. Finalmente me dijo que si ese logro ocurre una vez en un año, entonces hay que trabajar para que en el siguiente año haya dos logros y así poco a poco ir logrando más momentos de éxito.

Esta lección me hizo entender que si Diego lo hizo una vez, lo puede volver a hacer, que debo de fijarme en lo bueno, pero sobre todo es que tengo que aprender a CONFIAR en él.

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