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  • Erika Guajardo

Pablo


Ya pasaron 8 años de la llegada de Pablo, y el inicio fue tan tenebroso que no sabíamos cómo empezar a escribir esta historia. Conforme ha crecido Pabli los caminos en ciertos aspectos son más ligeros y en otros parece como si todo comenzara de nuevo.

Han pasado tantas cosas que me siento una persona tan distinta a la que fui cuando nació, hoy soy más vulnerable pero he tenido que ser más fuerte, jamás me imagine tener que caminar este andar de la discapacidad sola, sin el que fue mi esposo y mi columna, siento que los duelos jamás acabarán y que el dolor que siento dentro de mi alma siempre permanecerá.

Vivir el ser mama especial sola en el día a día ha sido el reto de mi vida, he aprendido a guardar mis sentimientos, mis angustias, mis miedos, y a celebrar con Pabli cada milagro, como el día en el que logró tomar agua con popote, cuando pudo bajar un escalón sin necesidad de usar el barandal o cuando dice una palabra nueva.

Pabli ha sido el maestro de mi vida, me ha enseñado que todo es cambiante, que nada es para siempre, ni siquiera la misma discapacidad, que la paciencia es una de las virtudes más grandes que tiene el ser humano y que cuando se ama no hay límites.

Ahora que el que fue mi esposo decidió irse y comenzar una vida sin mí, llega una nueva personita a nuestras vidas, sin buscar, sin planear, sin ni siquiera pensar que la opción de ser mama nuevamente existiera, sin embargo se perfecto el momento en el que le pedí a Dios otra oportunidad de ser mamá, recuerdo el haber ido a la Iglesia y decir “Señor tu sabes cuantas veces dije en voz alta que no quería volver a ser mamá, tu sabes que mi esposo no quiere más hijos, pero Tú sabes que soy más fuerte y que mi corazón quiere ser mamá de nuevo, te pido solo una oportunidad, me pongo en Tus manos y mándamelo cuando sepas que estoy lista” y así fue, me di cuenta que Dios nos escucha.

Ahora que también soy mamá de un hermoso bebe, y se lo que es ser mama sola de dos pequeños con escenarios tan distintos y también de Diego, un maravilloso ser de 18 años que conocí cuando era solo un pequeño de 5 años y elegí amarlo como si fuera un hijo, me doy cuenta que mi corazón no sabe cómo manejarlo, siento que soy una bomba de emociones que tengo que aprender a controlar y al mismo tiempo quiero dejar desbordar todo mi sentir y explotar de una vez!

Me hubiera gustado compartir esto que vivo en pareja, se extraña tanto el poder recargarse en esa persona favorita, sin embargo, mis 3 hijos sin importar su condición de vida, me han enseñado que ellos son los únicos capaces de dar ese amor autentico, ese amor que nunca se irá, ese que es realmente “Amor del bueno”.

Gracias Diego, Pablo y Daniel …Los amo…

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