“La variación de la capacidad creadora dependerá de las oportunidades que tengan para expresarlo”
M.H. Novaes
Quizá por la naturaleza propia del ser humano, aferrado a dudas, buscamos certezas y seguridades en cualquier faceta de la vida; especialmente frente al futuro de nuestros hijos.
Cuando llega un hijo con discapacidad a nuestras vidas, esas seguridades, certezas y expectativas que buscamos, deberían desaparecer, pero es algo que traemos tan profundamente arraigado que de cualquier forma aparece y quisiéramos tener la certeza del futuro y esperamos de alguna forma que como sea puedan lograr la autosuficiencia en su vida adulta, incluyendo por supuesto el ámbito de independencia económica, física y emocional.
Nuestra educación, en muchos casos y momentos, soslayó la expresión artística. Algunos de nuestros padres y maestros tampoco fueron enfáticos en el tema del arte. Lo dejamos de lado o no le dimos la misma relevancia a los asuntos artísticos. Quizá perdimos oportunidades que pudieran haber sido importantes para reconocernos en alguna aptitud o talento.
El arte es un medio que nos permite expresar y comunicar nuestros sentimientos, emociones y pensamientos y sirve de puente para comunicar nuestro mundo interior con el exterior.
Por eso la importancia de revisar qué tanto estamos explotando ese recurso de nuestra naturaleza, pues muchas veces subestimamos a la creatividad y suponemos que nuestros hijos por tener una discapacidad tienen menor oportunidad de desarrollarla.
Más allá de la imagen que nos vende la sociedad, debemos procurar que nuestros hijos sean quienes trabajen su autoestima y se reconozcan en el “ser” y el “hacer”.
La expresión artística de nuestros hijos es un herramienta para manifestar sus propias emociones, y descubrir en cualquiera de las bellas artes: la danza, el teatro, la pintura, la escultura, la poesía y la música, un extensión de su talento y una forma exitosa de relacionarse con la sociedad.
La creatividad es una potencia de todas las personas con discapacidad. Descubrir, estimular y reconocer ese valor es una tarea de quienes apoyamos a esas personas especiales.
Apreciar el arte por el arte mismo, sin tomar en cuenta la forma en la que se logró, es una cualidad de la civilización humana. La cultura no excluye, ni discrimina. El objetivo es comunicar, emocionar, mover los sentimientos, generar belleza… ¿quién podría afirmar que eso no lo logra una persona con discapacidad?
Aquí un link a un artículo muy interesante en el que se fundamenta porqué el arte es un medio para lograr la inclusión y el propio desarrollo de la persona con discapacidad.