Hace unos días acudí a una premiación de mujeres exitosas en la que cada una de las ganadoras dio un discurso, sin embargo, fue una la que llamó mi atención ya que dijo que el secreto para ser exitosa profesionalmente y al mismo tiempo llevar una vida familiar, son las redes de apoyo.
Esto me puso a reflexionar sobre el tema ya que antes de que naciera mi hijo con discapacidad, creo que ni sabía lo que significaban las redes de apoyo, pero ahora son palabras tan cotidianas y tan difíciles de encontrar.
Entre semana siempre he contado con una red de apoyo para la atención y cuidado de mi hijo, tiene una maestra de apoyo que lo acompaña a la escuela y un rato en casa y hay otra persona que me ayuda en casa y algunas veces cuida a mi hijo por las tardes cuando tengo que salir un rato. Y también por supuesto están sus abuelas y su tía dispuestas a ayudar cuando es necesario, sin embargo, no hay nadie más que pueda quedarse con mi hijo en caso de que no puedan.
Conforme va pasando el tiempo, el cuidado de mi hijo cada vez es más complicado debido a que ha crecido de tamaño y de peso, por lo que las abuelas ya no lo pueden cargar, y es ahora que cuando requiero que un día me ayuden con mi hijo, tengo que pagar a alguien que pueda cuidarlo.
Por el otro lado, lo comparo con mi hija que no tiene discapacidad, y todo es tan fácil; siempre hay alguien que pueda apoyar, siempre hay alguien con quien se pueda quedar y todo es más fácil porque a diferencia de Diego que requiere llevar su silla, cargarlo, alimentarlo, etc., ella simplemente va.
Y las redes de apoyo no sólo son para que nos ayuden al cuidado de nuestros hijos, sino también es básico contar con ellas cuando requerimos ayuda emocional, económica y física.
Lo ideal es contar con diferentes redes de apoyo, y estar consciente de que éstas irán cambiando conforme nuestras necesidades y las de nuestros hijos se van modificando.