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Margarita G.

Campamento IKAL (en busca del Espíritu...), nueva entrada en nuestro blog.


Hace algunos años me enteré que existía un campamento cerca de la Ciudad de Querétaro al que podría ir Matías, mi segundo hijo. Sería su primera experiencia de viaje sin la familia. Después de revisar las diversas ofertas decidimos que fuera a otro. Sin embargo, conservaba el contacto de este campamento en mi lista de teléfonos.


Este año no se me había ocurrido revisar propuestas de campamentos, se salían de mi presupuesto, sin embargo, en una de las primeras invitaciones que hizo María Fermina para que vinieran sus amigos, Pablo uno de los amigos invitados me platicó que iría de instructor a este campamento y me llamó la atención lo que él y su mamá me contaban de este lugar, llevaban participando en Ikal más de diez años, así que decidí contactar nuevamente para ver qué opciones había para mis dos hijos Lucas y Matías, después pensé: ¿por qué María Fermina no?. Si les platico de María así sin filtro y les pregunto directamente las posibilidades que habría para que pudiera asistir. Así lo hice, y les conté algunos requerimientos que necesitaba de asistencia y la respuesta fue para mí sorprendente, palabras más palabras menos: “Podemos ver si puede ser alguna instructora de Ikal quien pueda acompañarla, quizá pueda interesarle en asistir y ¡claro!, a mí me entusiasma muchísimo poder recibir a tu hija. Vamos platicando“. Wowwww esa respuesta me emocionó y me dio muchísima ilusión, de que María pudiera vivir igual que mis hijos esa experiencia.


Se pusieron en contacto conmigo Belén la coordinadora del campamento y Emilia quien sería su instructora de apoyo, pasaron con nosotros una tarde conociendo a María Fermina y platicando algunas estrategias y tips que pudieran ayudar para apoyarla en su cuestión motora, su autorregulación, así como las herramientas de comunicación con los demás. Platicamos de algunos ajustes que podría necesitar a la hora de bañarse pero que mucho dependía de las herramientas que el entorno y los demás utilizaran, para que María pudiera ser y sentirse una más en el grupo.


Así llegó el día y entre los nervios y la alegría de saber que era un gran reto para ella y para nosotros como papás desprendernos, nos dirigimos al encuentro con la confianza de que todo saldría bien, que estarían sus hermanos de apoyo para lo que pudiera necesitar y que la vida consistía en arriesgar y aprovechar las oportunidades para crecer y aprender de ellas. Estaba en un ambiente seguro y contenido.


En la entrada del campamento, la bienvenida no pudo ser más cálida, en cuanto bajamos me di cuenta que todo el equipo ya estaba enterado de la existencia de María, me dio mucha emoción escuchar: “Bienvenida María, ya te estábamos esperando y teníamos muchas ganas de conocerte”.


Así pasaron los primeros días, con algunas comunicaciones de Emilia quien me reportaba cómo iba la adaptación. Al principio le costó trabajo, pero después fluyó y me dijo que estaba súper contenta y disfrutando de las actividades.


Por otro lado, también pude reconocer el gran valor e incidencia que tienen los hermanos al ser generadores de inclusión pues pudieron ser apoyo para que los demás comprendieran la condición de María y pudieran naturalizar las diferencias que encontraban en cuanto sus propios intereses, sus necesidades y también en decirles cómo podrían interactuar mejor con ella.


Fue una gran ejercicio de desapego y de confiar en los demás, en ella y en la vida misma. Me permitió reconocer que no soy indispensable para María y que el miedo que tengo de cuando alguno de nosotros como papás faltemos, es solo un pensamiento, que no es real hoy. Eso me fortaleció y me dio seguridad para saber que habrá personas como todas las de campamento Ikal que la acogerán, la contendrán, abrazarán y la amarán tal cual es.


Aprendí que esto de la discapacidad no es más que la capacidad de hacer extraordinario lo ordinario, y que se encarna en estos momentos de dicha y gratitud.

Estoy segura que esa experiencia no solo fue para nosotros como familia (Matías, el que le sigue después de María obtuvo el reconocimiento al niño Ikal, lo que significa que su esencia y actitud representaba los valores que busca el campamento fomentar en los niños: servicio, solidaridad, generosidad, responsabilidad y conciencia) gratificante y plenamente amorosa, sino que sembró en cada uno de las personas integrantes de Ikal, el compromiso de implicarse con y para el otro desde la esencia de la persona (desde el espíritu), la diversidad y la inclusión... que la vida da más de esto que de otras cosas: justo de dar la mano a quien puede menos o va más lento, para juntos, aunque tardemos un poco más, cruzar la meta y construir un mundo más humano. Gracias Ikal... @ikalcamp


Pd: ...quiero compartir en este espacio esta conmovedora carta que los instructores siempre entregan al final del campamento a los papás de cada niño para recordarnos como papás de hijos con neurodiversidad, esa mirada a nuestros hijos desde lo que sí aportan y desde lo que son...


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