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  • Sylvia Salazar

Mi hermana


Mi nombre es Sylvia y quiero contarles de mi hermana Elena quién es una mujer de 32 años con Síndrome de Down.

Elena llegó a mi vida cuando yo tenía 12 años, y digo "llegó" porque sólo iba a quedarse unos días en casa, pero al final nos enamoramos de ella y decidimos que formará parte de nuestra familia por lo que formalizamos el proceso de adopción.

Cabe señalar que mi familia está hecha de chile, de mole y de manteca; primero mi madre tuvo a mis tres hermanos mayores, enviudó, luego se casó con mi padre y nos tuvo a otros tres hijos, y posteriormente adoptamos a Ele a quien recibimos cuando tenía 4 meses de edad.

Lo anterior lo comparto porque mis padres nos enseñaron que todos éramos iguales y no importaba si eras de un papá o de otro o de ninguno, lo importante era crear lazos de amor y Elena es el vivo ejemplo de ello, la hemos amado desde que llegó con el mismo compromiso y la misma fuerza con la que se ama a alguien de tu misma sangre. Nunca nos importó su origen ni su condición de vida, más bien sobrepusimos la conexión que aquella linda personita logró crear en los corazones de cada uno de nosotros. Al respecto, con los años, Elena me ha hecho más consciente de lo inmensamente afortunada que he sido de crecer en una familia donde se respetaron siempre las características de cada uno y donde se ama sin condición alguna.

Durante los últimos años, hemos tenido pérdidas irreparables porque han muerto nuestros padres y uno de nuestros hermanos. En este aspecto, Ele también me ha enseñado de resiliencia en su máxima expresión: ella llora sus ausencias, las siente, las extraña pero llega un punto en que decide levantarse, seguir adelante y hacer de su vida algo disfrutable.

Algunas personas podrán pensar que Ele ha sido muy afortunada porque, a pesar de haber nacido con un futuro complejo (por principio de cuentas fue abandonada por sus padres), fue adoptada por una familia que la llenó de amor y de cuidados, lo cuál es verdad. Pero también hay otra cara de la moneda y es todo lo que ella nos ha proporcionado a nosotros y, a decir verdad, a estas alturas ya no sé quién ha salido más beneficiado con esa decisión que tomamos hace 35 años porque Ele siempre ha sido como un generador de amor, de alegrías y hoy se puede decir que es el principal eslabón de unión entre la familia, además de que ha sido un pilar importantísimos en momentos difíciles como cuando a mi madre le detectaron Alzheimer y ella fue su fiel compañera hasta el final.

Recuerdo que al poco tiempo de la muerte de mi mamá, una psicóloga me preguntaba, y ¿cómo está Ele? A lo que yo respondí con la verdad: muy triste, la extraña mucho pero saliendo adelante, y ella me comentó “qué buen trabajo han hecho con Ele porque se nota, que entre otras cosas, cuenta con varias herramientas emocionales para seguir enfrentando la vida a pesar de las pérdidas tan grandes que ha vivido”. De momento no reflexioné mucho en su comentario, pero poco a poco me ha caído más el veinte y me hace sentir contenta porque pienso que entre todos (mis padres, mis hermanos, mis cuñadas, mi esposo y los sobrinos/as), en efecto, hemos hecho una buen trabajo con Elena, hoy es una mujer que estudia, que trabaja, que vive en su propio departamento y que ama su independencia y su libertad. Adora bailar, llamar por teléfono y mandar mensajes de voz de los cuáles casi diario varios miembros de la familia recibimos uno donde nos recuerda lo mucho que nos quiere.

Ele: sólo me queda decirte que MUCHAS GRACIAS por ser mi hermana y por haber complementado para bien tanto mi vida. He sido muy afortunada de tenerte a mi lado por todos estos años.

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