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  • Moni E.

Jimena y JuanFer


Mi esposo y yo siempre habíamos querido más de un hijo, y aún con la situación tan difícil que vivimos con Jimena los primeros años, seguíamos pensando igual. Tuvimos que esperar un poco por cuestiones médicas, pero también creo que fue bueno esperar para estar un poco más preparados para tomar ese paso.

Cuando tu hijo tiene discapacidad, sobre todo cuando es el primero, te invaden un sinnúmero de sentimientos al momento de pensar en tener otro hijo. Creo que al final, si es un deseo de ambos papás, no hay que pensarlo mucho y simplemente intentarlo.

Para mi el nacimiento de JuanFer fue una experiencia absolutamente nueva. El hecho de tener un parto sin mayores complicaciones, que mi hijo respirara y llorara al nacer, que me dijeran que todo estaba bien, me llenó el corazón. He tenido que hacer un esfuerzo conciente por no ser terapeuta de mi segundo hijo, por no estarme fijando todo el tiempo cómo se mueve, qué hitos va alcanzando, si lo hace en el momento “adecuado”, etc. Me obligué a no leer libros sobre desarrollo y a dejarlo ser como es, y eso me ha dado una enorme felicidad, porque él fluye sin necesidad de hacer prácticamente nada.

JuanFer es una explosión de alegría en casa. Es inquieto, sonriente, gritón. Yo no sabía cómo reaccionaría Jimena a su presencia. Ella no sólo era hija única, sino que por sus propias necesidades, tiene adultos con ella prácticamente todo el tiempo, intentando atender todo lo que ella quiera. Pero mi hija me ha sorprendido. No sólo aceptó la llegada de su hermano, sino que la vemos muy feliz con él, y a él con ella. Me conmueve y me alegra profundamente verlos jugar, ver cómo se miran y cómo se ríen, ver cómo Jimena tolera los gritos de su hermano que sé que en otra circunstancia la alterarían.

En mi vida, mis hermanas han sido mis mejores amigas, las personas que mejor me conocen y por quienes siento un amor profundo y sin reservas. Siempre tuve la ilusión de tener hijos que sintieran eso también. No sé qué les depare el futuro a mis hijos –como no lo sabe ningún padre- pero saber que alguien verá a Jimena como yo la veo, hermosa, inteligente, buena y divertida, y que la amará con todo el corazón; y que Jimena verá a JuanFer como su hermanito que la cuida, que juega con ella, que la mira con ojos de admiración (ya desde tan pequeño), es suficiente y bastante para afirmar que vale la pena. Y eso va más allá de la discapacidad, eso es amor puro entre hermanos.

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