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  • Abue Mate.

Abuelas cuenta cuentos visitan San Vicente.


Quiero iniciar dando las gracias a Centro de Rehabilitación Infantil San Vicente por permitirnos entrar y compartir esas sonrisas, carcajadas y destellos de luz que nos regalan cada lunes sus niños.

Hace tres mese que el grupo de abuelos lectores y cuenta cuentos de la UNAM recibimos la invitación para ir a contar cuentos a San Vicente. Como la invitación venia de parte de una de mis nietas, no pude negarme. A esta convocatoria respondió también Alicia y, bueno, cómo les explico lo feliz que me resulta ir a contar, nada más y nada menos que la mismísima abuelita de la Caperucita Roja.

El sólo cruzar el umbral del edificio me da plenitud y paz. Yo personalmente he contado cuentos tradicionales y me regocija ver como mis amiguitos de San Vicente disfrutan exactamente igual que Victoria, otra nieta, la historia de la terrible quemadura de la cola de un fiero lobo o los cantos de la Caperucita que va por el bosque y aunque algunos de mis amigos no pueden decir con palabritas que quieren oírlo otra vez, sí me lo piden igual que Victoria.

Mis niños de San Vicente antes que cualquier cosa SON NIÑOS, que aman que los veamos a los ojos, que les cantemos al oido, que les hagamos cosquillas a la par de contarles un cuento.

Andrés logra decirnos adiós con extrema dificultad y nos hace la semana o Candelaria, una chiquita Raramuri que no habla español pero repite cada una de las palabras que le leemos, nos permite reír con ella. Cada una de las cosas que se viven ahí es un encuentro amoroso.

Hoy por hoy mi lunes es diferente, tiene un color diferente, un tiempo diferente, hago una pausa que no había logrado, para, sin prisa, a las cuatro de la tarde iniciar con un “había una vez”.

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