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  • Ángela Patiño

Espero vivir un día donde no haya la necesidad de ser incluyente.


En una conversación con un amigo, donde él hablaba de incluir clases de feminismo como parte del currículo escolar, yo comenté que eso no sería necesario en una educación donde valores como el respeto y la tolerancia estuvieran presentes y la equidad fuera una práctica cotidiana. Su res-puesta -derivada de alguna cita- fue “espero crecer un día donde no haya la necesidad de ser feminista”.

Yo espero poder vivir algún día en donde no haya la necesidad de ser incluyente.

Y no me refiero a lo que alguna funcionaria de la educación pública expresaba recientemente en relación a que no exista diversidad y que cada vez haya menos necesidad de una educación incluyente. Espero sinceramente que ese tipo de comentarios se hagan por ignorancia y no por mala intención. También espero que los funcionarios trabajen todos los días por disminuir su ignorancia al respecto de estos temas.

Me refiero a que espero poder vivir algún día en un mundo donde la inclusión (educativa y en la vida diaria) sea tan cotidiana que no sea necesario hablar de ella como un tema particular. Donde todos seamos tan incluyentes que ni siquiera tengamos que detenernos a pensar en eso. Donde la educación sea tan incluyente, que la atención a la diversidad de todos los alumnos sea lo común y no lo nuevo. Donde no haya de necesidad de ser especialmente incluyente por que la inclusión sea una realidad.

La inclusión empieza desde dentro de nosotros mismos. Suelo ver a todos los individuos como semejantes, sin importar lo diversos que sean o lo distintos que sean a mí por cualquier razón. Y lo hago por que se que yo misma soy distinta a todos pero igualmente digna de consideración y de respeto. Practico la inclusión todos los días, con todas las personas y en todas las situaciones que me es posible. Y lo hago desde una visión de equidad.

No se trata de no ver las diferencias, la diversidad enriquece ¡Afortunadamente todos somos distintos! Se trata de entender que a pesar de las diferencias todos todos tenemos derecho a gozar de la vida libre y responsablemente. Se trata de tener los mismos derechos, las mismas oportunidades para participar y de compartir la obligación de convertir este mundo en un lugar mejor.

Creo que la raíz de la inclusión empieza por dejar de ver las diferencias como obstáculos. La inclusión está en considerar que todos somos distintos, en respetar estas diferencias y en dejar de considerarlas puntos de exclusión. Sean las diferencias que sean. ¿Capacidades diferentes? ¡Todos tenemos capacidades diferentes! La inclusión radica en considerar las diferencias propias y de los

demás como áreas de oportunidad para enriquecer el mundo y enriquecernos como personas, en ver a todos como iguales a pesar de nuestras distintas características.

Una vez que empezamos a ver las cosas de otra manera también empezamos a actuar de otra manera y es entonces cuando la inclusión se vuelve una realidad. Si veo a los demás como semejantes entonces los trato con equidad. Creo que de eso se trata la inclusión. Pensemos incluyente, actuemos incluyente. Compartamos nuestra visón y nuestro actuar con los demás. Hagamos de la inclusión una realidad.

Yo creo que en un mundo donde valores como el respeto y la tolerancia estén presentes en la educación, en el día a día, y donde la equidad sea una práctica cotidiana no sería necesario hablar de inclusión. ¿Utopía? No sé, yo espero poder vivir algún día en donde no haya la necesidad de ser incluyente.

Mientras esto ocurre, trabajo día con día para que sea una realidad.

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