Tenía tiempo que no veía a Mickey, un sobrino mío de 20 años, estudiante de comunicación y que vive en Puebla. Nos encontramos en el cumpleaños de su abuela y resultó ser una increíble experiencia escuchar su testimonio de ser el portero de Topos un equipo de foot ball para ciegos de su ciudad natal.
Su ingreso a jugar foot ball con personas ciegas fue por casualidad, sin querer, sin saber, sin entender y sin haber vivido la discapacidad de cerca. Todo empezó, según me cuenta, un día cuando un amigo suyo lo invitó a jugar foot ball porque les faltaba un portero. Sólo iba a sustituir por un día y hoy ya no puede concebirse sin estar apoyando de algún modo al equipo y a la propia causa de sensibilizar a los demás sobre la importancia de la inclusión en platicas para escuelas, empresas y a cualquier lugar donde los inviten a platicar del tema.
Me sorprendió mucho que un chavo de 20 años con las inquietudes de cualquier niño de su edad tenga esa madurez y esté tan consciente de la necesidad de quitar esas barreras sociales que sólo impiden enriquecernos de la diversidad. Al estarme contando la historia de algunos de sus compañeros de equipo me daba cuenta como los valores de esfuerzo, de determinación, solidaridad, perseverancia y respeto inherentes en vidas como las de las personas con discapacidad son indiscutiblemente referencia para mi sobrino. No parecía que estuviera hablando con un chavo de su edad que sólo le pudieran importar él, la fiesta, sus amigos, la novia y su futuro. No, aquí percibí a un chavo dispuesto y comprometido socialmente con su comunidad, entregado a una causa que además de hacerlo feliz, lo hace caer en la cuenta que somos todos los que tenemos que poner de nuestra parte para eliminar esos prejuicios, barreras y discriminación que existe sobre la discapacidad.
Su papá, primo hermano mío y quien ahora tiene 53 años me decía que reconoce mucho la labor de su hijo pero que a él le cuesta trabajo como entender tanta pasión por el tema. Le contesté que básicamente era porque no se había dado la oportunidad de convivir y conocer a alguien con discapacidad. Me dijo que efectivamente podía ser eso, pues su único recuerdo que tenía de la discapacidad cercana fue hace más de 45 años cuando era niño y llegaba a visitar a una tía lejana que tenía dos hijos más o menos de su edad con discapacidad. Su mamá le decía antes de entrar a la casa ”Recuerda que tus primos están enfermitos, no preguntes, no voltees y no cuestiones nada”… Así creció con esa barrera social que hoy esta aprendiendo a derribar con la historia de su propio hijo y con una sobrina, mi hija, con discapacidad.
Es así como puedo entender que sólo sintiendo a la discapacidad de cerca es como nos transformamos, como dejamos de vernos a nosotros mismos en el espejo, volteamos a ver a los demás y nos comprometernos con sus propias necesidades.
La experiencia de Mickey y de todos los integrantes del equipo no sólo se quedó en participar entre clubs en su estado. Los Topos han trascendido y hoy son ganadores a nivel nacional del torneo de foot ball para ciegos lo que les permitió ir a Perú en abril pasado y jugar en representación de México para la Copa Libertadores. Próximamente, algunos de sus integrantes formarán parte de la selección nacional que irá a jugar en los Juegos Parapanamericanos 2015 en la ciudad de Toronto, Canadá.
Los topos siguen construyendo sueños. Con un nudo en la garganta me contó que hubo un caso de un niño de alrededor de 10 años que por alguna enfermedad estaba perdiendo la vista y se encontraba deshecho porque no podría jugar más foot ball. Al saber de esto, el equipo fue a platicar con él para darle ánimo y esperanza de que la vida no terminaba ahí. Su mensaje fue claro: Sí SE PUEDE, sí seguirá jugando lo que más le gusta que es el foot ball. En realidad, su sueño no tenía por qué interrumpirse a causa de la discapacidad. “Con ver la sonrisa del niño, su actitud y su cara cuando escuchó que había opciones para seguir, me sentí pleno y satisfecho de lo que hacemos ” me dijo emocionado mi sobrino.
Utilizan el oído para buscar el balón (casacabeles internos) y orientarse en una cancha que han construido con su imaginación. El gusto y el tacto y todos los demás sentidos están entregados con la misma pasión y compromiso que el corazón de cada uno de estos jugadores… Muchas felicidades y gracias porque con su testimonio de vida nos enseñan a construir esa sociedad sensible, incluyente y solidaria que todos queremos.
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