La tarde del jueves 25 de abril fue mágica. El centro de Rehabilitación Infantil San Vicente, nos abrió las puertas para pasar con ellos una tarde de risas, canciones y emociones a flor de piel. Las monjas que cuidan de los 28 niños y niñas que viven en esta casa nos permitieron llegar con piñata, tamales y Dex, el Ángel de los niños.
Primero vimos el cuarto de los niños grandes y Paco nos dio una muy sonriente bienvenida y en el cuarto rosa de las niñas conocimos a Yamilé, que a pesar de la espasticidad de sus manos tomó la mía y me regaló unas miradas de paz, a Azul que nos cautivó con sus hermosos ojos azules y su dulce sonrisa y a la pequeñita Maite que pasaba de la sonrisa a la seriedad en fracción de segundos.
Una vez que estuvimos todos reunidos en un salón, Dex empezó a cantarles, todos estaban felices y atentos. La emoción de Ernesto era contagiosa y sus constantes intentos por aplaudir tuvieron frutos. Ulises y Toñito también dejaron escapar unas tímidas sonrisas cada vez que Dex se acercaba a tomarles la mano. El show duró 40 minutos y luego pasamos a la piñata. Todos le pegaron, Ernesto gritó “fuerteeee” en cada turno y Pepe, el más grande, cumplió su palabra y la rompió. Cuando salieron los tamales y el atole cenamos como los amigos que ya éramos.
Ellos pasaron una linda tarde de fiesta, nosotros nos fuimos con mucho más, con ganas de hacer más, con agradecimiento a esas monjas que dedican su vida al cuidado de estos pequeñitos, con ideas y con el corazón contento por los nuevos amigos que tenemos. Podremos soñar con sus miradas de paz, con sus sonrisas, sus manitas y con que pronto volveremos a reunirnos.