Como bien ha dicho mi corto, soy Estela, y estoy aquí en el Congreso de la Parálisis Cerebral, para reivindicar el derecho a acceder a nuestra sexualidad como personas sexuadas que somos y de pleno derecho.
No soy un bebé, ni una niña, y menos una persona asexuada por ir en una silla de ruedas. Soy una mujer que tengo la capacidad de disfrutar de todo, el mismo derecho y las mismas necesidades que todo el mundo y ahí entra mi sexualidad.
¿Sexualidad, qué es eso?
Se suele decir que es un tabú, pero en realidad todo el mundo habla de sexo, o más bien, como diría Antonio Cubillo, se habla de “follares”, porque el concepto de sexualidad está muy contaminado como consecuencia de la insuficiente educación sexual que recibimos y la industria del sexo (eso cuando se recibe), porque, en el caso de las personas con diversidad funcional, intelectual o mental, sí que se ha convertido en un verdadero tabú, impuesto por los prejuicios sociales y la falta de recursos, como bien podía ser la asistencia sexual.
La sexualidad se problematiza y se reduce a la reproducción, que es algo muy diferente, privándonos de otras experiencias fundamentales para el desarrollo de la propia identidad.
La sexualidad está formada por sensaciones de placer y el placer está en las vivencias de disfrute, como por ejemplo una mirada cómplice con otra persona, o bañándose en la playa, eso es sexualidad porque estás disfrutando. El placer está en todos lados, pero lo reprimimos porque sentir placer no está bien visto y ya, si lo manifiestas abiertamente, estas salida. Pues bien, limpiemos la sexualidad de prejuicios y tabúes porque la sexualidad es una de las necesidades básica del ser humano, como lo son las relaciones sexo-afectivas. No somos los eternos niños por más que le pese a la sociedad. Somos personas deseadas, deseantes y deseables como personas sexuadas que somos.
Cuando decimos la palabra “deseo” rápidamente viene a la mente “deseo sexual” y todo lo que tenga que ver con los “follares”. Pues bien, hay tantos deseos como personas. Por ejemplo, deseo vivir en un mundo igualitario o deseo beber un vaso de zumo, son tan deseables como desear tener una relación sexual. No limitemos una palabra sólo a un significado.
La mayoría de las personas cuando piensan en las zonas erógenas, piensan en la boca, los pechos y en los genitales. Pero la mayor zona erógena del ser humano está llena de límites, cánones de belleza, estereotipos y prejuicios; estoy hablando de nuestra mente. La sexualidad no es solo algo físico, está claro, el cuerpo también cuenta y mucho. Nuestros cuerpos tienen que dejar de ser ajenos por qué son nuestros y tenemos convertirlos en espacios de vida y placer.
En el caso de las personas con diversidad funcional, no siempre podemos acceder a nuestro cuerpo y a nuestro placer. Por eso quiero reivindicar aquí la figura del asistente sexual. Su función es dar apoyo a las personas que no podemos acceder a nuestro propio cuerpo o no podemos desenvolvernos por nosotros mismos para determinadas acciones como puede ser colocarse un preservativo. No es una persona con la que practicar sexo, sino que te ayuda a practicarlo, algo que debería ser tan natural como ir al baño o cambiarse un tampón.
La sobre protección familiar, así como la discriminación y la exclusión social, nos privan de nuestros derechos y de la oportunidad de tener vivencias en las cuales podemos conocer nuestra sexualidad. Yo descubrí mi sexualidad en un campamento y desde ahí he descubierto muchas cosas más, he podido relacionarme con todo tipo de personas, me he formado y gracias a ello me estoy empoderando, porque la sexualidad me da conocimiento de mi ser y confianza en mí misma.
Por esa sobreprotección y por esa falta de educación sexual, no sabemos dónde están los límites de hasta donde pueden acceder a nuestro cuerpo. Desgraciadamente hay más abusos de lo que creemos y no solamente de tipo sexual, tanto en las entidades como en el entorno familiar. Por eso es tan importante recibir esta información y formación en el ámbito de la educación sexual.
Quiero reivindicar también la falta de apoyos en las entidades, ya que cuando hay alguna pareja en una entidad, se prohíbe o se impiden las relaciones sexo-afectivas, ¿Por qué? Porque es raro y tabú ver a dos personas con diversidad funcional o intelectual dándose un beso en la boca, pero si es en la cara dirán “Ay que ricos “.
No somos “los discapacitados”. Somos mujeres, hombres, transexuales o transgénero con identidad propia con derechos y diversos, como el resto de la población.
Por una sexualidad libre de tabúes, diversa y legítima.
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