Estos 12 años han sido una gran aventura llena de aprendizaje:
Aprendí que la paciencia no solo es una espera; es un respiro para permitir que la mente y el cuerpo disfrute cada peldaño para llegar a la meta y cuando ésta se alcanza, permitir que la felicidad abra la mente porque hay más peldaños que subir.
Aprendí que decir Te Amo no necesita: ni besos, ni abrazos, ni palabras, ni regalos, ni días especiales; simplemente al mirarnos a los ojos puedo sentir la conexión que tenemos para transmitirte el gran amor que desbordo por ti.
Aprendí que el esfuerzo no tiene límites, que siempre puedo dar un poco más.
Aprendí que la enseñanza es única y especial para cada persona.
Aprendí que la felicidad no solo es sonreír, es llorar, gozar, es siempre dar todo lo que puedas para defenderla y no permitir que nadie te la quite.
Aprendí que los sueños se construyen día a día, minuto a minuto y que todo se puede lograr.
Aprendí que la palabra “por un día no pasa nada”, es lo peor que podamos permitir pensar o decir.
Me llena de alegría tanto que hemos vivido y te agradezco siempre que no me permitas quedarme en el confort.
¡Felices 12 años querido hijo!
* Por: Daniela Ramírez
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