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Claudia G. Máynez V.

Lo que yo como madre con niños sin discapacidad aprendí de la verdadera inclusión en el Instituto Pa


Mis hijos se llaman Renata y Carlos.

Recuerdo muy bien el día que Fernanda, quien tiene síndrome de Down llegó a la escuela. Renata y ella se entendieron de maravilla desde el primer día y a lo largo de los años las maestras hablaron mucho de cuánto Renata ayudaba a Fer en la escuela. A los dos años de su llegada Renata llegó una tarde y me dijo:

- Mamá, ¿sabias que Fernanda tiene síndrome de down? “

⁃ Si Reny, si lo sabía, ¿tú no?

⁃ ¿Cómo iba a saberlo mamá? Para mi solo habla con un estilo diferente.

El día que Joaquín, que está en silla de ruedas fue a la escuela a hacer una prueba, al recoger a Carlos le pregunte cómo le había ido a Joaquín.

⁃ Muy bien mamá, estuvimos jugando foto ball

⁃ ¿Pues que Joaquín no está en silla de ruedas?

⁃ ¡Si! Lo pusimos con su silla en la portería y no sabes qué bien detiene los goles

En el Patria, para mis hijos, una sociedad inclusiva les permitió vivir en un mundo en donde todos estamos juntos gracias y a pesar de los diferentes estilos que tenemos para comunicarnos, detener goles, caminar, aprender y pensar. Durante 12 años lo vivimos y lo aprendimos mis hijos, mi esposo y yo.

Hoy que los dos son adolescentes puedo decir que en el Patria se sintieron siempre queridos y aceptados y que es gracias a la inclusión que, en su adolescencia, les es mucho más sencillo aceptar sus propios cambios y diferencias. ¡No pueden imaginarse la belleza de ser padres de adolescentes que pueden mirar el mundo desde esa perspectiva!

Hoy el Instituto Patria ha cerrado sus puertas porque no hubo familias suficientes que apreciaran más una educación con estos valores que unas instalaciones con canchas de fútbol y salones con pizarrones tecnológicos. Cierra porque para nuestra sociedad es primero la imagen externa que lo que llevamos dentro. Es una pena.

Hemos llorado esta pérdida desde lo más profundo de nuestro corazón y será un duelo que nos llevará mucho tiempo poder cerrar.

Me quedo feliz porque hay en el mundo hoy más de 600 alumnos que pasaron por sus puertas y que aprendieron y se llevan en su corazón el valor de la inclusión y el amor a los “estilos diferentes”. Estoy segura que estos 600 seres humanos podrán hacer la diferencia en nuestro país.

Gracias Instituto Patria, desde lo más profundo de mi corazón.

No te vas, te quedas por siempre en lo que sembraste en el corazón de nuestros hijos y en el nuestro.

Gracias por poner durante 20 años varios granitos de arena para hacer de nuestro México, un lugar mejor.

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