El pasado martes 3 de mayo se llevó a cabo la Instalación del Programa Nacional para el desarrollo e inclusión de las personas con discapacidad, en dicho evento la Dra. Alexandra Hass, Presidenta del CONAPRED, tuvo una participación con la cual nos sentimos sumamente identificados y con enorme placer les compartimos a continuación.
-DRA. ALEXANDRA HASS PACIUC:
Señor Presidente.
Buenas tardes.
Hoy, nos reunimos para celebrar la fecha en que un sueño comenzó a ser una realidad.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, es una de las mejores contribuciones que México ha dado al mundo en los últimos años. Recordemos que fue México quien propuso por primera vez, avanzar en la redacción de un documento internacional vinculante que reconociera los derechos de las personas con discapacidad.
Recordemos, también, el papel que jugó don Gilberto Rincón Gallardo, fundador y el primer presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, junto a una nutrida participación de organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo.
Este instrumento, el primer tratado de derechos humanos del Siglo XXI, es un documento de vanguardia que fue posible concretar en un tiempo muy razonable, gracias a la labor decidida de nuestra diplomacia y del esfuerzo del Estado mexicano.
No cabe duda, señor Presidente, que este logro muestra lo que de manera conjunta podemos hacer las mexicanas y los mexicanos cuando trabajamos unidos, cuando hay voluntad política y cuando hay determinación.
Esta Convención dignifica alrededor del 10 por ciento de la población mundial como sujetos de derechos. Prohíbe todo tipo de discriminación y, particularmente, obliga a los estados a cambiar al enfoque asistencialista y basado en el modelo médico con el que tradicionalmente se había tratado a las personas con discapacidad, por un modelo social donde se traslada la idea de discapacidad de la persona a las barreras que enfrentan y que impiden su plena y efectiva inclusión.
En el mundo en el que vivimos. Este mundo fue diseñado sin pensar en las personas con discapacidad. Se ha asumido que todas y todos podemos ver, escuchar, hablar, caminar, reflexionar y entender de la misma manera.
Sin embargo, la diversidad humana nos muestra una y otra vez la visión limitada y simplista con la que hemos diseñado nuestros espacios de convivencia social. Hemos pensado que las discapacidades están en las personas que viven con ellas.
Así, creemos equivocadamente que el problema de la persona ciega, es no ver; el de la persona sorda, es no poder comunicar; el de la persona con discapacidad intelectual, es no entender; el de la persona con discapacidad mental, es su conducta social, y el de la persona con discapacidad física, es no poderse mover.
Pero en realidad, el problema es que no existen formatos de lectura accesibles para personas ciegas, que no se ha generalizado el uso de formas de comunicación para personas sordas, que falta diseñar, entre otras, formatos de lectura fácil para personas con discapacidad intelectual, que necesitamos crear un entorno sensible alrededor de las personas con discapacidad mental, así como construir espacios libres de barreras físicas para quienes tienen discapacidad motriz.
La esencia de la Convención, parte del principio que las personas con discapacidad no necesitan compasión ni caridad, sino diseños universales, ajustes razonables y reconocimiento de su personalidad jurídica para que puedan disfrutar, en igualdad de condiciones, de sus derechos y libertades fundamentales.
Porque, como señaló don Gilberto Rincón Gallardo: los particulares pueden practicar la filantropía y la beneficencia y, por ello son admirables, pero el Estado no es filántropo ni caritativo, sino un poder para obligar a garantizar los derechos de sus ciudadanos.
Señoras y señores:
A ocho años de la entrada en vigor de la Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, se hace necesario dar a este gran instrumento un impulso renovador que nos lleve a garantizar la accesibilidad en todos los ámbitos de la vida nacional, tales como el transporte, la infraestructura urbana, la arquitectónica, los sistemas de información, la tecnología y las comunicaciones, así como el pleno reconocimiento de la personalidad jurídica de las personas con discapacidad, mediante un sistema de apoyos en la toma de decisiones.
No debemos perder de vista, tampoco, el compromiso de atender las observaciones del Comité Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas.
Es de reconocer, señor Presidente, la voluntad del Estado mexicano, que se ha materializado, entre otras, en el retiro de la reserva interpretativa del Artículo 12, lo que permite avanzar en el reconocimiento de un derecho fundamental para las personas con discapacidad: la capacidad jurídica; llave de acceso a otros derechos.
Quienes trabajamos en las instituciones del Estado mexicano, debemos ser congruentes con la responsabilidad que implica haber firmado y ratificado esta Convención.
No debemos olvidarlo: La discapacidad no es una tragedia. La verdadera tragedia, es la discriminación.
Muchas gracias.