Esta semana tuvimos doctor, uno al que vamos cada 4 meses. El Doctor evaluó a Ana Lucía y encontró avances interesantes, me evaluó a mi con el manejo de la terapia y me llevé algunos jalones de oreja, y me entregó nuestro nuevo plan de trabajo. Ya casi de salida le comenté de algunas decisiones que debo tomar con respecto a la escuela y después, ya de verdad de salida, hice lo que siempre hago, consulté dudas que tengo sobre otros chiquitos.
Cada vez que voy a un doctor, mío o de las niñas, al final término diciendo, “Doctor es que una amiga mía…”, o “el hijo de una amiga…”. Aclaro dudas por mi y todos mis compañeros, como en “las trais”. Este Doctor me puso un alto. Me dijo que, contra todo lo que yo puedo pensar, no le estoy haciendo ningún favor a esos niños, ni a esas mamás y, en su caso, ni a él como Doctor.
¿Por qué? Porque cada una conocemos a nuestros hijos y qué es mejor para ellos, además en este medio donde nos dicen de tantas terapias, sólo cada familia sabe en cuáles están dispuestos a jugarse el todo por el todo. Me dijo “alguien a quien tú tienes que convencer de venir estaría más susceptible a fracasar. A ti nadie te convenció y de hecho yo te hice pasar por muchos obstáculos para desalentarte, porque esa es la manera en la que yo me aseguro que en mi programa esté quien tiene que estar”. Salí cabizbaja, pero íi comprendí su punto.
Aprendí varias lecciones:
No todos los doctores ni todas las terapias son para todos. Normalmente, a partir de una experiencia positiva quisiéramos que todos fueran, o de una negativa que nunca nadie más fuera.
No funciona así. El mundo, los niños y los papás somos un crisol.
Con la mejor intención y con el corazón en la mano nos podemos equivocar. Pensar que podemos ir sugiriéndole a otros papás caminos a seguir puede resultar frustrante y doloroso para todos. La ayuda se da cuando se solicita, el acompañamiento siempre.
Somos guerreras. El doctor admitió haberme puesto trabas que yo decidí sortear porque consideré que era lo mejor para mi hija. Somos guerreras, luchadoras incansables, y perdón la falta de modestia pero así es, si lo tenemos en la mira lo cumplimos por nuestros hijos.
Y la más difícil de todas. Como dice PHINE, juntas, de la mano, hacemos comunidad. Juntas, pero cada una con la libertad y la absoluta confianza de estar tomando las mejores decisiones. Prometo estarme quieta. Lo entiendo y está bien.