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Ana Elisa P.

Esto es lo que soy… mamá de alta especialidad


Hace ya un tiempo considerable, estudié arquitectura (que no es lo mismo a que yo sea arquitecta) recuerdo cuando algún maestro nos dijo que tras estudiar arquitectura no volveríamos a ser los mismos de antes, no seríamos de los que pueden ir al cine SÓLO a ver la película, nosotros notaríamos la rampa de acceso, la distribución de las butacas, el ancho del pasillo. Desde entonces lo mismo pasa en cada sitio que visito, la arquitectura está presente en todo. Y así nos sucede a todos, desconozco si el cirujano plástico podrá estar en una reunión y no analizar en silencio las narices operadas de sus interlocutores. O si el chef pueda ir a una cena y degustar platillos preparados por alguien más sin desmenuzar los ingredientes. Somos lo que vivimos a diario.

Entonces yo no estudié para ser mamá y gracias a una gran estrella de la fortuna, lo soy…y todos los días. Luego sí hice una especialidad, la discapacidad de un hijo, y me convertí en mamá de alta especialidad, esto es lo que soy. Ahora, como dijo mi maestro, cada sitio que visito me fijo si es apto para niños, y si aquellos niños con movilidad comprometida pueden estar a gusto ahí. Si hay rampas, baños con entradas anchas para las sillas de ruedas. Veo si hay accesos a la playa que permitan el paso de andaderas u otros aparatos de apoyo.

Pienso en cada una de mis amigas y compañeras de PHINE, ¿qué podría necesitar su hijo en cada caso? pues todos ellos son distintos, y son distintos a mi hija y a lo que ella pueda requerir. Marco con palomitas y taches en michecklist mental. Es, en esos momentos de “supervisión” de todos los detalles, cuando caigo en cuenta de mi alta especialidad.

Mi especialidad no se estudia en los salones de clases propios, sino en los de todos los demás, en las escaleras para llegar, en los estacionamientos, en los pasillos, en las casas, en los parques. Mi alta especialidad se estudia permanentemente y ah, como te prepara para la vida, te enseña a hacer comunidad y procurar el bienestar de los demás. Así como dice ese juego que todos conocemos: un, dos, tres por mi y por todos mis compañeros.

Mi trabajo es por mi hija, por los hijos de mis amigas, por los hijos de aquellos que no tengo el gusto de conocer y por lo niños que vendrán, con la esperanza de que todos ellos encuentren un mundo mejor.

Después de un largo camino de enseñanzas hoy entiendo que la clave para ser mamá de alta especialidad la aprendí de pequeña: un, dos, tres por mi y por todos mis compañeros, así extendemos nuestras redes de amor, empatía y solidaridad, así ejercemos todos los días el privilegio de ser madres y con esta frase también les transmitimos a nuestros hijos nuestro compromiso de estar con y para ellos, el valor de los amigos y de los equipos.

Ser mamá de alta especialidad es mi orgullo y mi reto constante, pero con cada logro, con cada paso firme de Ana Lucía, con cada sonrisa de satisfacción, sé que elegí la mejor profesión, sé que debo seguir aprendiendo y compartiendo por ella, por mi y por todos nuestros compañeros.

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