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Amanda P.

La China y sus cariñitos


Ayer me fui a dormir con Ana Lucía; mi hermana Ane me había pedido quedarme a cuidar a sus hijas porque ella iba a salir de la ciudad. En lo que me quedaba dormida, recordé que hace dos semanas Ane me había pedido escribir algo para el blog de PHINE. La verdad es que no había podido escribir nada porque días después de que me lo pidió falleció nuestro abuelo.

Los primeros dos días después de su muerte estuvimos metidas en casa de mis abuelos y en el velatorio día y noche para que la abuela no estuviera sola y mi mamá tampoco. Al tercer día, Ane y Mariana (mi otra hermana) decidieron llevar a sus hijos a casa de los abuelos para que ellos también pudieran despedirse, pero en un espacio más conocido y acompañados por nosotros.

Yo llegué cuando ya todos estaban ahí porque llegar tarde y estar corriendo es mi cosa, es mi manera. Se abrió la puerta y con mis prisas saludé a todos y a nadie, no puse mucha atención a las reacciones de los niños que estaban ahí por primera vez sin el abuelo. Despacito y sin hacer mucho ruido, Ana Lucía se me acercó y se sentó al lado de mí. – Oye Man, se murió el abuelo, me dijo, puso carita triste. – Sí China, se murió pero se convirtió en un angelito que nos va a cuidar, ¿cómo te sientes? – Estoy triste Man, muy triste.

La abrace. Se quedó callada un segundo, y luego interrumpió el abrazo y se me quedó viendo. – Oye Man, me preguntó, y tú ¿cómo te sientes? – Estoy triste China, muy triste. Era la primera vez que alguien me preguntaba cómo me sentía yo.

Hace un poco más de un mes acompañé a toda la banda al zoológico, después del paseo y cuando todos corrieron por pizza imitando a los leones que acabábamos de ver, me quedé sola con Ana Lucía en la mesa. – Oye Man ¿y Alex? (Alex es mi novio, aunque es mejor conocido como el tío Chinos) – Alex no pudo venir China. – Ah, oye pero ¿Alex sí es tu novio, no? – Sí China, sí es mi novio y me cae bien ¿A ti te cae bien? – Sí, a mí me cae muy bien. – Oye Man, si Alex nos cae bien a las dos ¿Por qué no se casan? A mí me gustaría que se casaran y viniera contigo, así seríamos más.

De ahí se arrancó con conclusiones de susto, acerca del matrimonio y los hijos, y las prisas y mi edad, que prefiero guardar para otro blog del tipo mágico-cómico-musical.

Es curioso y natural como con la llegada de un niño, y sobre todo un niño especial, las familias y los grupos cercanos se despiertan, se ponen en alerta. Siendo parte de una de esas familias, cuidas los detalles, las esquinas puntiagudas, los desniveles en la calle, las arrugas de las alfombras. Cuidas el ambiente, la cantidad de adultos, la cercanía con otros niños, el nivel del ruido, el clima. Cuidas lo que dices, cuidas cómo lo dices. Es normal quererlos proteger de todo lo que les pueda hacer daño, de las adversidades, del frio, de los malos comentarios, de todo lo que pueda lastimarlos.

Lo que es más curioso y menos normal, es como te abrigan ellos. Yo cuido a Ana Lucía por fuera, ella me cuida por dentro.

Ella se preocupa y se da el tiempo. Ella observa y saca sus conclusiones. Ella no asume, pregunta. Ayer me fui a dormir con Ana Lucía para cuidarla. Hoy, ella me despertó con cariñitos en la mano para que me despertara despacito. Ayer me fui a dormir con Ana Lucía para que me cuidara.

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