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Ana Elisa P.

Los ojos del corazón. Parte 5, VICTORIA.


Mario y yo esperamos la llegada de Ana Lucía, nuestra hija, con toda la ilusión y el cariño que unos papás primerizos pueden dar. Ella nació prematura y estuvo durante dos meses internada debatiéndose entre la vida y la muerte, luego llegamos a casa y cada día esta pareja de primerizos ha ido creciendo y aprendiendo con ella, a su ritmo, todas las sorpresas de la vida. Pensamos que quizá nuestra misión en la vida sería acompañarla en sus terapias y estar dedicados a ella para juntos sobreponernos a su lesión cerebral y brindarle una vida plena. Por suerte todo esto lo exterioricé, y una sabia, muy sabia terapeuta de Ana Lucía me escuchó y me dijo que éramos libres de tomar la decisión que quisiéramos pero que a Ana Lucía nada le daría mas gusto ni la estimularía más que tener un hermano, así que la decisión era nuestra y no debíamos ponerla sobre los hombros de ella.

Y claro que nos puso a pensar, Mario y yo nos sentimos profundamente afortunados por tener hermanos y los disfrutamos y compartimos con ellos enórmemente. Deliberádamente privar a Ana Lucía de ese regalo nos pareció injusto. Hicimos de tripas corazón, pues nos daba mucho susto pensar en otro embarazo, pero lo logramos y cuando Ana Lucía tenía 3 años 4 meses, llegó Victoria. ¡Qué regalo! ¡Gracias vida! Victoria es seria y tiene unos ojos inquisitivos y observadores. Su evolución ha sido acorde a lo que marcan los libros y yo no puedo terminar de asombrarme de la perfección del desarrollo humano. Ana Lucía se siente profundamente orgullosa de su hermana, quiere que la acompañe a sus terapias y que la vea hacer todos sus ejercicios, está muy atenta a que cualquiera que la salude a ella, salude también a Vi, como ella la llama.

El plan que el destino nos tiene trazado es perfecto. Tengo una hija especial, que me abrió los ojos del corazón a los momentos importantes en la vida, tengo una hija regular (en términos terapéuticos) que nos ha amalgamado, conciliado con la maternidad, el juego y la salud. Victoria festeja todo lo que Ana Lucía hace. Ana Lucía imita todo lo que Victoria hace. Veo claramente cómo serán el remolque una de la otra, cómo se complementarán. Qué importante es aceptar los momentos de la vida. Yo he vivido al ritmo de Ana Lucía y ahora que vivo el ritmo de Victoria entiendo por qué ella llegó en este momento y celebro que ellas hayan llegado a mi vida en este orden. Si yo hubiera aprendido con Victoria y luego estuviera enfrentando el desarrollo de Ana Lucía, hubiera sido más difícil, en cambio así, tengo una sorpresa aguardándome todos los días. Aprendo a respetar los tiempos del camino de la vida y, mientras, soy feliz y estoy agradecida.

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