Cuando me sugirieron escribir sobre ser mamá en condiciones especiales, solo pensé, ¿qué puedo compartir de toda esta montaña rusa de emociones que descubri a partir del nacimiento de Luis Omar? De todas estas emociones que jamás pensé existían, por que ser mamá especial involucra no sólo las emociones comunes y naturales de una madre, sino abre un abanico de un sin número de sensaciones que nadie nos dice que existen.
Con el nacimiento de Luis Omar, aprendí que puedo amarlo tan profundamente como cualquier madre, y ese amor pudo darme la fortaleza que me empuja día a día a salir adelante, pero a su vez descubrí un dolor tan profundo mucho más de lo imaginable.
El ambiente alrededor del embarzo de Luis Omar, estuvo lleno de ilusión, emoción, planes, grata e impaciente espera, en general como cualquier madre. El panorama cambió radicalmente cuando el parto se adelantó en la semana 26 de gestación, tomándonos por sorpresa. Luis Omar estuvo en terapia intensiva aproximadamente 3 meses, donde la montaña rusa de emociones dio principio. Pero sin importar el miedo, la angustia, la duda, la incertidumbre y el dolor, lo único que cruzaba por mi mente era llevarlo a casa. Lo cual se hizo realidad un 24 de Diciembre.
Con el nuevo bebé en casa, la felicidad volvió a reinar en nuestra vida, recuperamos la ilusión, la esperanza y los grandes planes para Omar, creyendo que la pesadilla había llegado a su fin. Cuán lejos estábamos de la realidad. Marcó el comienzo de una vida inesperada, llena de incertidumbre y horas de rehabilitación, pero a su vez llenos de esperanza e impregnados de tristeza y desconcierto.
Luis Omar tiene hoy 17 años. A través de este tiempo lo he amado profundamente, teniendo en mente nada más que su felicidad e independencia. Ha sido un camino lleno de amor, esperanza, desesperación, desilusiones, logros, incertidumbre, búsqueda, cansancio, pero al final del día me llena de orgullo ser su madre, haber sido capaz de compartir su vida y acompañarlo en su camino, de mil maneras que jamás hubiera descubierto en el camino de una madre “regular”.
Aunque el dolor, la desesperanza y la desilusión han estado presentes en magnitudes también desconocidas para mi, y han representado una constante en nuestras vidas, también he vivido y disfrutado sus logros y sus enormes sonrisas de satisfacción cuando alcanza alguna meta. Mi corazón ha albergado un sin número de emociones que no podría ser capaz de describir.
Un gran reto, un camino lleno de emociones, donde esta montaña rusa se hace presente en el momento menos esperado. Su presencia en mi vida ha sido de gran aprendizaje; hoy puedo decir con gran paz, que su llegada, su camino y su futuro me llenan de enorme satisfacción, sabiendo que también a tocado la vida de la gente que ha tenido el honor de estar cerca de él.
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