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  • Julio Cruz

Con las puras gracias.


Normalmente las personas no se detienen a leer algo que no les beneficia o bien, que no es de su interés, pero, ya que tengo su atención atrapada, creo que empezaré…

Gracias a Dios, tengo algunas amistades de la cultura Sorda a lo largo y ancho del país, nos conocimos mediante Facebook. Hay a quienes he conocido en persona y también son personas con discapacidad auditiva y hay quienes no tienen discapacidad. En realidad, no quisiera decir cosas que no son importantes de manera directa, pero considero que es importante que conozca el contexto de todo esto para poder entender.

Uno de mis contactos de Facebook me hizo saber a finales de diciembre que una pareja sorda estaba necesitando ayuda en un hospital del ISSSTE debido a que su bebé había nacido prematuro y en dicho hospital nadie sabía Lengua de Señas Mexicana, misma razón por la que me contactó. Para que le pudiera ayudar, me tuvo que poner en contacto con una doctora de este hospital y una vez en comunicación con la doctora, fue que pudimos acordar el día y la hora.

Cuando llegué al hospital ya era 3 de diciembre del año 2017 y encontré a la pareja un poco angustiada, pero al platicar con ellos, me dijeron que estaban bien, que no estaban preocupados a pesar de la imagen que me transmitían.

Al poco tiempo de esto, la doctora nos mandó a llamar para pasar a ver a la bebé y nos dijeron que nos la iban a dar de alta, pero esto no fue real. La doctora que era la responsable de las altas casualmente también era la responsable de darle seguimiento al caso de la niña, que, por haber nacido prematura, necesitaba fototerapia y la tenían en una incubadora especial para brindarle este tratamiento.

No lo he mencionado, pero la razón por la que me contactaron para ayudar a esta familia es que yo sé hablar un poco Lengua de Señas Mexicana y en el hospital estaban necesitando a alguien que les pudiera ayudar a mantener una buena conversación con los papás, pues la mamá de la bebé, además de ser una mujer sorda, no escribía muy bien y lo mismo le pasaba con la lectura. La situación con el papá estaba peor, pues hablaba en L.S.M., pero no sabía deletrear las palabras, mucho menos leer y escribir.

Cuando me encontraba en terapia intensiva con los papás y una doctora, nos comentaron que la doctora responsable de las altas no iba a llegar hasta el día siguiente, por lo que era necesario retirarse y volver a la mañana siguiente. Y así fue. Así lo hicimos. Nos retiramos y no volvimos hasta la mañana siguiente.

La doctora no llegó, hasta como las 3:00 de la tarde. Para esto, ya era domingo 31 de diciembre. Yo aún no había comprado ni preparado nada para mi familia y como desde temprano me fui al hospital para estar allá a las 10:00 a.m., no tuve tiempo ni para desayunar, pues la clínica me quedaba a cerca de dos horas y media de la casa. Yo llegué primero y pocos minutos después llegaron los papás, sin embargo, como ya lo mencioné, la doctora no llegó, sino hasta las 3:00 p.m., lo que me descompuso todos mis planes porque, la familia y el hospital, no me estaban pagando ni un solo peso y por otra parte, yo no podía irme y dejarlos solos, no porque yo fuera importante, sino por la parte de poder ayudarles. Salimos de ahí a las 7:00 p.m. y cuando los padres de la bebé salieron con ella en brazos, se despidieron de mí con un simple y sencillo “gracias” y eso es justamente lo que yo agradecí.

Ciertamente deposité mis últimos dos días del año 2017 en ese hospital, en esa familia… En esa bebé que, naciendo de manera prematura, me concedió la oportunidad de estar ahí y poder ayudarle. En ese amigo que pensó en mí y confió en mí para poder ayudar a una familia por completo desconocida.

Hay tanto que agradecer, hay tanto que valorar, pero, sobre todo, hay tanto que devolverle a la gente que confía un uno, al mundo, a la vida. A la humanidad.

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